Al encuentro de nuestro humanismo
La historia da cuenta de las raíces que nos sostienen como nación: una sociedad pluricultural y plurilingüe legado de la milenaria resistencia de nuestros pueblos originarios; una sociedad dispuesta siempre a transformarse y a afrontar la desigualdad, la injusticia y la opresión; una sociedad solidaria que ante la adversidad ofrece su ayuda franca y generosa.
Este devenir da sentido al mandato popular expresado en las elecciones de 2018 que instaló un gobierno cuyo actuar está orientado a la transformación de la vida pública nacional.
En el ámbito de la educación, la transformación derivó en la construcción de la Nueva Escuela Mexicana orientada al desarrollo integral del ser humano dentro de la justicia, la libertad, la democracia y la felicidad.
Esta vocación humanista es resignificada al enunciar a las personas como el centro que articula el quehacer educativo con la comunidad. En esta lógica, se reconoce la convergencia en el espacio público democrático de diversos sujetos de derechos: niñas, niños, adultos mayores, jóvenes, mujeres y hombres, pueblos indígenas y afromexicanos, extranjeros, migrantes, refugiados, asilados y desplazados, integrantes de la diversidad sexo genérica, entre otras y otros, así como personas con discapacidad incluyendo las personas con aptitudes sobresalientes; todas y todos inscritos en diversos grupos urbanos o rurales pertenecientes a distintas clases sociales que reclaman una visión plural, incluyente y participativa en el ejercicio pleno de sus derechos humanos.
Se trata de que, nuestro sistema educativo encauce la formación de todas y todos en la dimensión colectiva de la vida humana, de lo que nos es común y diverso, de nuestros vínculos comunitarios, de nuestra necesidad de coexistencia pacífica y de nuestra aspiración a construir una sociedad igualitaria. En esta dirección, el Gobierno de la Cuarta Transformación canceló la mal llamada reforma educativa porque fue dictada desde el extranjero durante el periodo neoliberal y no se tradujo en una mejoría de la calidad de la enseñanza.
En 2019, se aprobó por amplia mayoría, tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Diputados, el decreto por el que se reforman diversas disposiciones de los artículos 3o., 31 y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva.
El presente Plan de Estudio para la educación preescolar, primaria y secundaria es una muestra de la determinación del Gobierno de México de revertir la visión instrumentalista, homogeneizante y descontextualizada que en el pasado reciente han tenido las reformas curriculares en la educación básica y que generó exclusión e inequidad para niñas, niños y adolescentes, sobre todo para los más pobres.
Hoy se reconoce a las maestras y los maestros como agentes fundamentales del proceso educativo y su contribución a la trasformación social.
La naturaleza de este plan busca la construcción de una ciudadanía democrática, garantizar a niñas, niños y adolescentes el derecho humano a una educación en la que desarrollen aprendizajes significativos para su vida, que los impulse tanto a aprender, aprender de otras y otros, como a preocuparse por su desarrollo individual y el de su comunidad.
Emprendamos en esa perspectiva la travesía a la que nos convoca nuestra gran nación.
Leticia Ramírez Amaya.
Secretaria de Educación Pública